miércoles, 9 de julio de 2008

Ensayo

Históricamente se ha hablado de la clonación y la manipulación genética como algo polémico en términos éticos y científicos, nos resulta un tanto difícil abordar el tema desde ambas perspectivas, ya que en enfermería aunamos estos criterios (y otros) al momento de tomar decisiones y reflexionar nuestro punto de vista acerca de estos temas. Sin embargo, y aunque parezca repetitivo, decidimos elegir esta noticia porque se trata del inicio de la vida y es ahí donde comienzan a tomar importancia los derechos de las personas, de los niños antes de nacer y el respeto a la vida misma, y es en eso en lo que nos queremos centrar en este ensayo.

Claramente existe una diferencia moral y ética entre el uso de las tecnologías genéticas para la prevención de enfermedades y su uso para el mejoramiento de las capacidades humanas, entendiendo esto ultimo como el mero capricho de querer “mejorar” ciertas características humanas por considerarlas anormales o simplemente indeseadas; pero donde esta realmente el limite es cuando estas tecnologías juegan con los principios éticos acerca del derecho a la vida, seguramente el embrión usado para estos estudios el año pasado no tiene tres meses de vida ahora, claramente en ese momento se pasaron por alto no solo los derechos de ese embrión sino los de todos quienes nos consideramos seres humanos, vivientes. Ahora es cierto que en distintas culturas alrededor del mundo existen opiniones que difieren entre ellas del cielo a la tierra, es por eso que por ejemplo en Estados Unidos el la practica del aborto es absolutamente legal y en México la sola palabra aborto es tabú, sin embargo cuando se habla de derechos humanos existe un consenso a nivel mundial, claro que para que estos derechos se respeten en todo el mundo por igual faltan unos cuantos años de reflexión, pero este ya es otro tema.

La pregunta es ¿cuan claro esta para la opinión mundial el momento exacto en que ocurre el inicio de la vida?, ¿ocurre acaso al cabo de tres semanas, o son seis semanas las que puede uno esperar para llamar a ese embrión que crece en el vientre materno un ser humano?, ¿no es la ciencia misma la que nos enseña que apenas se forma el tubo neural, incipiente sistema nervioso, ya el embrión siente dolor?. Desde un punto de vista religioso no es moralmente admisible crear embriones para ser usados como fuentes de tejidos y, por otra parte, la selección implica que se eligen unos embriones y se desechan otros, destruyendo vidas humanas.

El término “bebés de diseño” o “bebés diseñados” se define como un bebé cuyo complemento genético ha sido artificialmente seleccionado a través de la ingeniería genética en combinación con la fertilización in vitro para asegurar la presencia o la ausencia de genes o características particulares.

El hecho de tener el poder de crear un ser genéticamente ideal, no implica el derecho de hacerlo, si así fuera nos hace pensar en la existencia de una sociedad jerarquizada por características solo genéticas, considerando éstas como atributos para suponer que las personas creadas o mejor dicho diseñadas de esta forma serian superiores a aquellas no mejoradas. Tendría la apariencia de una democracia, pero en realidad seria una dictadura perfecta, un sistema de esclavitud donde las personas no mejoradas pasarían a ser meros sirvientes, se nos presentaría una visión distópica de un mundo transhumanista donde es posible la selección genética extrema, lo cual ocasionaría que sólo los seleccionados puedan optar a determinados trabajos.

Se presentaría como una sociedad de tecnología extrema en donde no se considera el esfuerzo humano, sus esperanzas, sus deseos, su fuerza interna ni su espíritu. Es preocupante que actualmente esto ya no suene tan imposible, ya que es una referencia directa a la clonación, la cual permite la experimentación en humanos en pos de la igualdad y la estabilidad del organismo social. Lo que nos lleva a pensar en la posibilidad que padres comiencen a ver la idea de clonar bebes creados genéticamente como una alternativa viable. Surgen interrogantes como ¿estamos preparados para crear niños por medio de la clonación? ¿Es incorrecto producir niños con altura y fuerza alteradas genéticamente para convertirse en estrella del colo-colo, porque no diseñarlo además súper inteligente?, y también ¿Por qué no diseñarlo para nuestro beneficio, forzándolo a realizar tareas indeseables o peligrosas, aquellas que nosotros no nos atreveríamos a realizar?, ¿Qué derechos tendrían estos niños? ¿en que grado influiría el ambiente en ellos?. Los padres tendrían que aceptar que los clones vienen sin ninguna garantía, surgirían cada vez mas interrogantes ¿seria factible pensar que estos clones tendrían una mayor posibilidad de cumplir con expectativas que un niño que ellos producirían naturalmente?. Al leer estas situaciones algunas producen un rechazo inmediato, mientras que otras son motivo de discusión.

Nos parece interesante destacar la opinión de expertos como Ian Wilmut, creador de la oveja Dolly, quien afirmo en el Foro sobre Clonación en el Congreso de Estados Unidos en abril de 2001: "El proceso de clonación animal provoca fallos en el desarrollo gestacional y neonatal. [...] En el mejor de los casos, un pequeño porcentaje de los embriones creados por trasferencia nuclear (clonados), sobrevivirán al nacimiento, y de esos muchos morirán en el periodo neonatal. No hay razones para pensar que será distinto en humanos".

Del mismo modo, Keith Campbell, principal colaborador de Wilmut en las investigaciones sobre clonación declara: "Preferiríamos que nadie lo intentara nunca. Si la acometen, y con seguridad sucederá algún día, sería cruel no desear buena suerte a todos los que participen en esa tarea, mas la perspectiva de la clonación humana nos suscita graves recelos".

Entendemos que el rol de la medicina ha sido siempre tratar de aliviar el dolor y el sufrimiento, así como mejorar la calidad de vida de la gente. Frente a esto se debe suponer que la aplicación del diagnóstico preimplantatorio es éticamente aceptable cuando permite disminuir las chances de padecer determinada enfermedad, sin embargo debemos estar concientes que no todo está en los genes. Hay cierta tendencia a la genetización, a explicar las diferencias entre los individuos por la presencia o ausencia de alteraciones en ciertos genes, cuando éstos no explican de forma automática las afecciones que se producen; también influyen el estilo de vida de las personas y las condiciones ambientales. Esto se ve reflejado en el siguiente ejemplo: La aprobación en el Reino Unido del empleo del PGD (diagnostico genético preimplantatorio) ha generado cierta controversia en la comunidad científica, ya que, de acuerdo con la opinión de diferentes expertos consultados, no existe una relación directa entre la presencia de la mutación en los genes BRCA1 y BRCA2 (genes que predisponen al desarrollo de cáncer de mama y de ovario) y la aparición del cáncer. Simplemente existe una mayor probabilidad de contraer la enfermedad entre quienes la poseen.

Al no existir una distinción clara entre la curación de enfermedades y las mejoras genéticas (por ejemplo, eliminar el gen que hace que una persona sea propensa a sufrir obesidad), dentro de poco los padres con medios económicos podrán diseñar el genoma de sus hijos para que sean guapos, inteligentes, deportistas y ambiciosos.

Esas prácticas, además, convertirían a los niños en objetos de consumo, hechos “a medida” para sus padres, y contribuirían también a crear una nueva forma de desigualdad, en la que los más ricos podrían dar a sus hijos una ventaja genética sobre los demás.

Efectivamente, los posibles beneficios terapéuticos que pueden derivarse de la clonación terapéutica parecen esperanzadores. Sólo una cosa se interpone: la clonación terapéutica implica la destrucción posterior del embrión clonado del que se han extraído las células de la masa celular interna, fuente de los tejidos para transplante. Ello suscita graves implicaciones éticas, que han provocado recelo en una parte importante de la comunidad científica y las instituciones. El debate está abierto.

El origen de una persona humana es en realidad el resultado de donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirla a ser objeto de una tecnología científica.

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